Con gran dificultad, y después de la Epifanía con sus comidas y turrones, (ya se sabe), inicio una salida de paseo por ver si los caminos se han movido de su sitio o simplemente no están. Maldición, ahí siguen y parece que me estaban esperando para torturarme y hacerme sudar a pesar del frío...
Han colocado carteles informativos que rezan como se utilizaban en el siglo XV, dichos caminos con sus redes de sendas y localizaciones de los sitios a lo largo de la comarca y las cortes cercanas hasta Portugal, interesante...
Una mañana soleada y óptima para el paseo, pero paseo a pie, en bicicleta es otro cantar.
Me he acercado hasta El Soto de Móstoles en un recorrido llano y con un terreno duro y reseco por la falta de lluvias, aunque en las zonas sombrías la escarcha y la humedad, mantenían el barro intacto. Y en el lago del parque he parado a saludar al batallón de ocas y gansos que allí habitan. Sin mucho esfuerzo ni desgaste la mañana se ha pasado de lo más ameno.
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